“Papá, mira, ¡es sorprendente!”

 

La cara del hijo menor de Kim se sonrojaba mientras lo llamaba.

 

“Dong, Jae, ¿Qué ocurre? ¡Oh!”

 

La forma de Chang Koehan aparece reflejada en una cámara de seguridad de una prisión. La imagen es muy mala, pero se ve como los muros de la prisión son destruidos por completo como si se fuera obra de un monstruo, y aquella amenaza era transmitida por la pantalla del televisor.

 

“¿Por qué no usa esa fuerza que posee a favor de la justicia? ¡Muy bien, es hora de que entre en acción!”

 

Las noticias dicen que este prófugo aún no ha sido capturado. Kim no puede dejar las cosas así y sale inmediatamente a la ciudad para localizar el paradero de Chang.

 

Ya era tarde en la noche y la ciudad parecía estar envuelta en silencio... pero de repente,

 

“Uhyo-hyo,hyo,hyo,hyo,hyo ~!!”

 

Y después de escuchar el extraño grito, de la noche de la ciudad  salió el destello de filosas cuchillas que se abalanzaban sobre Kim.

 

Esquivó el ataque en el último momento, pero luego siguió otro ataque. Él sabía que vendría por la derecha, brincando desde arriba. Se trataba de un sujeto bastante ágil. No importa qué tipo de defensa posea su ataque continuaba.

 

En ese momento, la afilada garra se dirige hacia la garganta de Kim...

 

“Hien zan!”  (Corte volador)

 

En tan solo un instante, Kim logró asestar un golpe a su nocturno asaltante.

 

“¡Uh-hyō! ¡Me has vencido~deyansu!”

 

Tras esto, se vio la pálida y extraña cara del pequeño sujeto llamado Choi Bounge. Tras la previa redada, aunque él posee una sorprendente habilidad de ataque, Kim concluyó que este le daba un mal uso.

 

“¡Aun existe mucha maldad en este mundo! De acuerdo, también te entrenaré a ti.”

 

Decía Kim mientras sostenía en sus manos la invitación al “King of Fighters”